Juanito está temblando. No puede creer que esté pasando lo que le pasa. No puede creer que haya visto a Ian desnudo, que ahora el chico esté delante de él. Ian se muestra amable. No se le enojado.
--¿te puedo decir algo? Ya sea como psicólogo y como
amigo, en buena onda.
Juanito hace que sí con la cabeza.
--¿me recuerdas? –murmura tímido.
Ian le sonríe.
--perfectamente, ¿Juan, verdad?
Juanito hace que sí con la cabeza. Ian le pone la mano en
los hombros. Le habla fraternalmente.
--aunque no estaba seguro que tú me hubieras visto.
--si, claro… --dice Juanito nervioso.
Ian le guiña el ojo simpático:
--es que como no me has mirado la cara.
Juanito se sofoca. Ian no parece enfadado pero Juanito se
siente descubierto. Aunque deseaba hablar así de claro con Ian, ahora que
ocurre está demasiado avergonzado. Es demasiado tímido.
--si miras así a todos los tipos te puedes meter en un
lío. Permíteme que te dé un consejo, evita este tipo de situaciones. Puedes
crear una situación tensa. No disimulas tan bien como crees y alguien se podría
enojar contigo.
Ian es afectuoso. Trata de ayudarlo. Juanito se ruboriza,
casi no puede hablar. Tartamudea.
--No, no. Si no miro.
Ian le sonríe tierno. Está convencido que es así con
todos.
--si claro. Bueno, yo ya te di mi consejo.
Ian se iba a dar la vuelta. Juanito está demasiado
excitado, tiene miedo, está nervioso pero no quiere perder esa oportunidad.
Además no quiere que Ian piense que es un pervertido, que hace lo mismo con
todos. Aunque sea verdad, aunque lo haya hecho con otros, desde que lo conoció
a él, no piensa en nadie más.
--No es con todos. Tú eres especial.
A Ian le sorprende que Juanito se haya lanzado. Le hace
gracia que sea tan tímido, parece que le va a dar un infarto. Se muestra muy
amable.
--Eso lo dices porque te mueres de ganas de dejar de ser
virgen.
Juanito agacha la mirada avergonzado. Ian siente que ha
hablado de más.
--perdona, no debí decirte algo que me dijiste en la
consulta. Mira Juan…
Juanito levanta los ojos. Lo mira. La mirada de Ian lo
deslumbra.
--Juanito, me gusta que me digan Juanito.
--Mira, Juanito. Tal vez deberías pensar en solucionar
tus problemas sexuales. No sé, tal vez yo podría ayudarte a que lo hicieras con
seguridad. No sé pagando…
Juanito no lo deja seguir.
--¡no me vale cualquiera¡ ¡¡yo no busco sexo, yo busco a
mi príncipe¡
--¿tu príncipe? –dice divertido.
Juanito hace que sí con la cabeza. Ian se ríe y a Juanito
esa sonrisa lo enamora más que otra parte del cuerpo del guapo
psicólogo. A Ian le gusta que lo vea
como a un dios. Ian le toca la mano. Le gusta sentirlo estremecer.
--Si he esperado tanto. No quiero hacerlo con cualquiera
–dice Juanito.
No se atreve a decir que le gustaría hacerlo con él
porque no quiere que Ian piense que busca sólo eso.
--¿en serio no lo has hecho con nadie? ¿no has tenido
ningún tipo de contacto con nadie?
Juanito hace que no con la cabeza.
--eso me gustaría comprobarlo –dice Ian sin pensar.
Por un momento cree que a Juanito le va a dar un infarto.
Ian sabe que se está metiendo en un lío pero le encanta el sexo. No puede
imaginarse lo que puede sentir un hombre ya mayor perdiendo la virginidad y le
excita la idea de profanar ese cuerpo.
--¿vamos?
Juanito no da crédito a lo que oye.
--¿a dónde?
Ian se muestra muy amable.
--me gustaría demostrarte que no soy tu príncipe. No soy
nada especial. Soy un hombre como los demás. Me olvidarás una vez obtengas lo
que quieres y yo he estado con muchos vírgenes. Me encanta la cara que ponéis
los virgencitos la primera vez que os la meten. Claro que nunca desvirgué a
alguien de tu edad, debe ser interesante tu reacción. Eso sí, no debes hablar a
nadie de esto.
Juanito no puede creer que esté entendiendo lo que
entiende. Traga saliva.
--¿cómo?
Ian le guiña el ojo. Tiene miedo que el hombre se le
desmaye en cualquier momento. Aunque Juanito es mayor que Ian, aún parece un
niño.
--¿vamos? Tengo el auto acá.
Juanito mira el cuerpo del chico, recuerda lo que acaba
de ver y casi se muere del gusto. A Ian le excita la cara de susto de Juanito.
Juanito se siente como parte de un experimento y eso no le gusta pero está
demasiado cachondo, Ian es demasiado guapo como oponerse. Tampoco le saldrían
las palabras.
Van a un hotel cercano. Juanito no dice nada. Escucha a
Ian que le habla de todo y nada. Sólo va mirando ese cuerpo pensando en qué
momento va a despertarse. No puede ser verdad. Tanto que deseaba ver a Ian en
esa ducha y ahora lo tiene ahí, desnudo. De pie ante él. Ian lo va tocando.
--No te desnudas?
--Es que… mi cuerpo es muy feo…
Ian le sonríe. A Juanito le tiembla la voz, el cuerpo.
--¿quieres que apague la luz?
Juanito hace que no con la cabeza porque quiere mirar
bien a Ian. Ian le sonríe, le hace un gesto como diciendo ¿y entonces? Juanito
se va desnudando con vergüenza. A Ian le hace gracia que, a sus casi 30 años,
Juanito se comporte como si tuviera 15. Juanito se baja los bóxers mientras con
una mano ya se tapa los genitales. La verga le ha crecido pero apenas es la
mitad de la de Ian en reposo y eso lo avergüenza. Le gusta ver a Ian que se acaricia para hacerse crecer la verga. Ian agarra la mano de Juanito obligándolo
a soltar sus pequeñas partes.
--si no te relajas no vas a disfrutar…
Juanito se tumba en la cama. Ian a su lado.
--¿seguro que quieres hacerlo?
Juanito hace que sí con la cabeza. Juanito trata de besar
torpemente a Ian y a este le hace gracia.
--¿es que no sabes besar?
Juanito agacha la mirada. Ian le levanta la mirada.
--yo te enseño.
Ian le acaricia la mejilla mientras funde sus labios con
los de Juanito que siente que está tocando el cielo.
Juanito es totalmente pasivo. No se atreve a tocar a Ian.
Siente un gran dolor cuando Ian taladra su cuerpo con su gran miembro. Está
demasiado nervioso como para sentir placer pero ya el sólo hecho de tener a Ian
desnudo sobre su cuerpo ya le hace sentir placer. Juanito grita de dolor pero
también de felicidad. No es sólo porque al fin está perdiendo su virginidad
sino porque está ocurriendo con el príncipe con el que siempre ha soñado. Las
emocionadas lágrimas de Juanito conmueven a Ian. Se da cuenta de su entrega y le excita
estar siendo el primero.
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