Juanito no se atreve a tocar a Ian. Ian lo nota nervioso, siente como se estremece con una sola caricia y ese le llena. Sabe que se está metiendo en un lío pero le encanta estar profanando ese cuerpo.
Juanito disfruta sabiendo a Ian sobre él. Lo que más le
excita es escuchar los gemidos de Ian mientras se viene. Se lo queda mirando
hechizado mientras Ian tira el condón usado al piso. Juanito no puede decir
nada. Está convencido que en cualquier momento
va a despertar.
--bueno ¿qué tal tu primera vez? Te has dado cuenta que
no soy especial ¿no? Seguro que ahora te gusto menos.
Juanito no es capaz de articular ninguna palabra. Va
murmurando que si es muy feliz, que si ha sido mejor de lo que soñó, que si es
su príncipe.
Ian disfruta
siendo el primero, viendo como Juanito lo adora como si fuera un dios pero a la
vez le da culpa porque lo ve demasiado enganchado. El guapo psicólogo acaricia
la cabeza del desvirgado, la apoya contra su pecho. Juanito siente que podría
morir en ese momento. Sólo le importa ese chico. Ha vuelto a nacer. Está en el
paraíso. Aunque Juanito no es capaz de hablar, Ian siente su amor, su entrega.
Se da cuenta que no ha sido sólo sexo y sabe que lo que ha hecho le puede traer
problemas, que nunca debió meterse con un paciente. Quiere quitarle importancia
al asunto pero sin herir a Juanito.
--pudo ser cualquiera.
Juanito tiene los ojos cerrados. Tímidamente, juega con
los vellos del torso del bello psicólogo:
--No, eras tú. Sólo podías ser tú. En mi vida sólo estás
tú. Ya no me importa nada.
Juanito tiembla, a Ian le dan miedo las palabras del
chico.
--No hables así. En la vida hay demasiadas cosas bonitas
para fijarse sólo en una. Yo soy la menos importante.
A Juanito le cuesta hablar. Va negando con la cabeza.
Mira a Ian y lo mira enamorado. Lo mira como si fuera un héroe. Ian lo trata
como a un niño. Le acaricia la cabeza.
--duerme, duerme.
--cuando despierte ya no estarás –dice Juanito triste.
Ian le sonríe. No quiere que Juanito se entere de su
preocupación, de sus sentimientos de culpa.
--siempre me tendrás en tu piel y en tus pensamientos.
Juanito se queda profundamente dormido en brazos de Ian.
El psicólogo espera un rato y cuando está seguro que no despertará, se lo saca
de encima con cuidado. Agarra sus boxers. Tira el condón usado en el wáter.
Mira a Juanito. No quiere sentir culpa. Le duele dejarlo solo, desnudo,
indefenso. Enamorado. Quiere auto-convencerse que no es tan importante para
Juanito.
--le has hecho un favor, sólo quería estrenarse.
Pensar así le hace sentir menos culpa. Se viste en
silencio. No quiere mirar atrás. No quiere sentir pero se lleva la mirada de
Juanito clavada en su alma, en su piel. Y eso lo lastima.
Juanito no tarda en despertarse. No le sorprende no
encontrar a Ian.
--¿lo soñé?
Esas sábanas aún huelen a él. Las acaricia, las besa.
--No, no es un sueño.
Juanito se levanta desnudo. Esas sábanas son la prueba de
que ya no es virgen, que Ian ha entrado en su cuerpo.
--Suyo, he sido suyo. Ha sido mío.
Sonríe. Llora. Juanito está en shock. No sabe qué sentir.
No sabe si reír o llorar. Agarra esas sábanas. Siempre tendrá el olor de Ian
con él. Se las guarda en su mochila. Ian ya no es un extraño para él. Ha sido
el primer hombre en su vida pero Ian no está.
Juanito pasa días en un estado de éxtasis. Ni bien ni
mal. No puede asimilar que se ha acostado con Ian. Cuando se da cuenta de la
realidad, se hunde. No se puede conformar sólo con eso. Se la pasa llorando.
Llora, abraza esas sábanas, mira las fotos de Ian. Pasa los días mirando las
novelas del actor Pablo Martínez a quien le recuerda Ian. No tiene consuelo. En
su desesperación, se acaba tomando todas las pastillas que tiene en casa con
una cerveza.
--No te preocupes. Esto nos pasa a todos alguna vez. Para tu suerte soy activo y pasivo así que…
Ian lo mira con rabia.
--¡a mi no me toques¡
Ian se levanta desnudo y se empieza a vestir.
--¡oye yo no tengo la culpa que seas impotente, yo te
quería hacer un favor. Si ya no sirves como activo lo tendrás que asumir¡
Ian piensa en lo vacío que es la relación con ese chico y
en lo que lo llenó estar con Juanito.
Esa misma tarde, Ian va al despacho. Se reúne con todos
los psicólogos que han participado en el estudio en el que ha formado parte
Juanito. Los nota inquieto.
--¿qué ocurre?
--Es Juan del Pozo. Se ha intentado suicidar –le dicen.
Ian siente que se le va la vida. Tiene que hacer un
esfuerzo para no llorar mientras le explican los detalles. Ian sabe que tiene
la culpa, así lo siente y eso lo destruye. Ian está destruido. Se encierra en
el baño y llora. Llora amargamente. Se mira al espejo, se grita. Se culpa de
haberse metido en la vida de Juanito, se maldice.
Ian se dirige a la unidad de psiquiatría en la que está
ingresado el chico. Juanito duerme, atado a una cama. Ian sufre por él. Lo
acaricia. Llora. Juanito se despierta. Se sorprende al ver a Ian. Le duele
verlo derrumbado, llorando. Juanito siente vergüenza. No quiere que Ian sufra,
que se sienta culpable o que crea que lo hizo para llamar su atención. Quiere
acariciarle las lágrimas pero no puede porque está atado.
--No llorés –le dice Juanito.
Ian seca sus lágrimas con la manga de la camisa. Se las
traga y fuerza una sonrisa.
--¿cómo estás?
--perdóname. No te quise hacer daño –dice Ian triste.
A Juanito le conmueve el dolor de Ian.
--tranquilo, fui tan feliz que ya no necesitaba vivir
más.
Ian le pone la mano en la mejilla. Es cariñoso con él
pero también regañón:
--así no se solucionan las cosas. Debes querer vivir por
ti.
Juanito agacha la cabeza. Le duele que su amado lo
regañe. Ian le levanta la mirada. Lo mira con mucho cariño:
--Me hubieras arruinado la vida, no habría podido con la
culpa.
Ian tiene las dos manos en cada una de la mejilla de
Juanito y sin pensar lo besa. Es un beso de amor sincero. Ian sonríe pero
Juanito se muestra distante.
--no quiero tu compasión.
Juanito está triste, apagado. Ya no es el ser inocente
que conoció Ian pero lo siente vibrar. Ahora se da cuenta más que nunca que
Juanito siente cosas por él, que no sólo buscaba sexo. Ian también está
empezando a sentir algo por Juanito. No sabe que es pero no desea separarse de
él, desea estar a su lado. Están los dos sentados en la cama. Ian le sonríe. Le
agarra las manos con fuerza.
--No sé que me hiciste pero no he podido estar con otro.
--No te creo.
Ian se muestra pícaro:
--créeme, no se me levanta.
Ian no suelta la mano de Juanito. Desea que sepa que a
partir de ese día podrá contar siempre con él. Con la otra le acaricia la
mejilla con ternura.
--No soy un príncipe, no puedo hacer que tus sueños se
hagan realidad pero sí intentarlo. Si tú me dejas.
A Juanito no le salen las palabras. Casi le da un
infarto. Hace que sí con la cabeza. Ian no tiene claro lo que está haciendo,
confía en que Juanito se acostumbre a tenerlo, se tranquilice. De lo que sí
está seguro es de que sus destinos están unidos.
Dos años después…
Ian y Juanito están viendo como nace un bebé. La madre es
una madre de alquiler y ni siquiera ve al bebé. Se lo entregan a la pareja. Los
dos lloran. Juanito, con un look más moderno, abraza a Ian. Ian llora al tomar
en brazos al bebé. Juanito acaricia a su amado muy dulce y dice:
--es tu hijo, Ian.
Ian llorando y con el bebé. Se gira para mirar a Juanito.
--mi hijo no. Es hijo de los dos aunque sea mi esperma el
que lo engendró.
Los dos unen sus frentes. Juanito ha cumplido todos sus
sueños. Tiene a su príncipe al lado y además a su hijo.
--gracias, gracias por hacerme tan feliz. Te amo –dice
Ian llorando.
Juanito acaricia al bebé y besa al padre.
--gracias a ti por darme vida.
Juanito acaricia tanto al padre como al hijo. Ellos dos
son su vida, ellos le hacen feliz. Ian disfruta de esa caricia. Todos sus días
son mejores desde que está con Juanito, para los dos lo son. La pareja mira al
bebé y se sonríen. Son una familia, una familia feliz.